De tarde la bicicleta rinde más. El viaje hacia el trabajo es lento, meditado; recorro mentalmente las tareas del día e imagino conversaciones que debo tener, las proceso antes de que pasen porque me atormenta no tener palabras cuando las requiera. El viaje de regreso en cambio es decidido, a veces incluso más apurado y temerario de lo que convendría considerando todos mis miedos. Me impulsa la promesa de las voces en la casa, sus ruidos, sus historias, verlas reírse, sentirlas cerca, ser compañía. Es el lugar donde siempre quisiera estar.