media mañana

Cuando me entra pereza de gente me quedo en la casa, acompaño a la hija al colegio y después camino de regreso con escala en el café Tango (café con leche deslactosada) y después en la tienda de comic, donde elijo un par de libros al azar del estante de novedades. El barrio es amigable y tranquilo, y lo suficientemente cerca del centro para además ser conveniente. Fue afortunado que eligiéramos este apartamento para vivir. No entendíamos la ciudad bien cuando llegamos y algunas de las otras zonas que contemplamos eran, en retrospectiva, una pésima idea. Ya llevamos cinco años largos acá. Los vecinos de casa duran dos años a lo más. Casi todos siguen el mismo patrón: después de un tiempo consiguen un perro y a los pocos meses se van. Ayer se fueron los dueños de Otto, por ejemplo. Quién sabe cuándo nos iremos nosotros. No tenemos afán.