Pertenezco a la clase privilegiada de oficinistas que reciben comida en el trabajo. Es generalmente buena comida, variada y abundante. Debido a mis problemas de salud debo ser cauto al elegir. Procuro limitarme a un plato pequeño y una sopa o ensalada dependiendo de la temporada. También debido a mis problemas de salud necesito comer a diario a exactamente la misma hora so pena de dolores varios y otras incomodidades. Me concedo una hora de descanso para comer aunque muchas veces termino en apenas diez minutos, así que aprovecho para tomar el sol en el balcón o voy a una de las cafeterías del edificio y me preparo un café con leche en hielo. Cuando me cansa el olor a nada de la oficina, cosa frecuente, salgo afuera. Hay un sitio de donuts miniatura a pocas calles que es pura felicidad. Las venden por docenas, recién preparadas y calientes, con una taza de café negro. Perfectas para sentarse en el parque a esperar que la próxima reunión me invoque. Después de comer soy más persona.