Varias veces de regreso tarde a la casa he terminado a metros de la mofeta vecina. Por lo general la veo antes de correr riesgo de ser rociado y aunque ella también me ve, estoy seguro, le importa poquísimo mi presencia y sigue en el andén concentrada en lo que quiera que haga una mofeta a esa hora. ¿Tal vez cazar? Desde lejos parece una mota, o quizas una bolsa, no se mueve con gracia, parece torpe, casi nunca corre, se contonea nomás, como borracha. Para prevenir un asalto, en cuanto la veo abandono el andén y camino por la calle, guardando distancia suficiente para que no se sienta amenazada. Una vez a salvo vuelvo al andén sin perderla de vista y por si acaso apuro el paso los últimos metros. No quiero que sepa que le tengo miedo.