La olleta y el molinillo para hacer chocolate nos acompañan desde que salimos de Colombia. Creo que son los únicos implementos de cocina que hemos llevado con nosotros con cada mudanza y cada viaje. Esto debe ser común entre los exiliados.
No sé qué tan necesarios sean la olleta y el molinillo para que quede un chocolate bien. Supongo que podría hacerlo en una olla común y con una cuchara de palo para mezclar. Seguro que quedaría similar. Sospecho que sentiría que traiciono algo. Al menos las nostalgias que me permito.
Hacemos chocolate una vez al mes al menos, como parte de desayunos especiales o una comida ligera de domingo. Lo acompañamos con pan, arepa o tamal. Cuando lo hago pienso en mis abuelas. Me gusta recordar sus voces, ya perdidas. A veces conseguimos queso para echarle al chocolate. Es un queso ecuatoriano que se parece al queso campesino que se consigue en Bogotá. Lo compramos en la carnicería del barrio. Hoy lo preparo acompañado por los tamales que recibimos mensualmente de nuestro proveedor a domicilio. Tal vez también haya pan tostado con mantequilla. Pero como novedad uso leche de avena en lugar de leche de vaca. No sé cómo vaya a quedar. Por lo pronto huele a lo que corresponde.