madrugada

Anoche mientras me lavaba los dientes pensaba en el atractivo de las promesas de experiencias transformativas (¿transformadoras?), o sea de esa idea de que hay actividades/prácticas/situaciones que alteran o expanden la conciencia o la comprensión de tal forma que quienquiera que sale del otro lado es sustancialmente mejor en alguna dimensión esencial del ser. Pensaba en eso, en lo llamativa que es esa promesa, y por otro lado en la certeza de saberme inadecuado de infinitas formas pero no ser capaz de imaginar qué mejora (si fuera posible elegir) sería preferible para mí, hacia dónde apuntaría, en qué dirección me convendría más crecer. Solo pensar en eso me agobia. No entiendo bien ni siquiera en qué sentido se crece si es que eso alguna vez de veras pasa. Supongo además que la experiencia transformativa por lo general no permite decidir de antemano cuál será el estado final de la consabida transformación y que sus proponentes sugerirán que justo un componente central de la experiencia es determinar ese propósito, tal vez mediante una fractura (metódica o brutal) de la identidad actual y el subsiguiente estudio de las grietas. (O sea que para el individuo que no ha sufrido la experiencia (casi siempre implica algún grado de sufrimiento) el resultado final es en sí inasequible en tanto que es incluso incomprensible/inimaginable.) Total es que terminé de lavarme los dientes y después recordé que el inodoro estaba tapado así que estuve otro rato bregando sin éxito con varios trucos para desatascarlo de forma perdurable hasta que llegó la medianoche. Es posible que hoy recurra a medidas más drásticas, ya veremos.