A veces encuentro fotos de gente que hace mucho no veo y me pregunto cómo me veré yo así a lo lejos, qué seré cuando vivo en el pasado distante, en especial cuando alguna vez fui parte del presente intenso. En esas fotos las veo a ellas pero también me siento cambiar de un golpe, como si al constatar los efectos del tiempo de paso fuera transformado. Las veo y alcanzo a recuperar filamentos de sus voces, algunos gestos, puedo verlas moverse, prepararse para que alguien las capture, cortes bruscos. Nadie piensa en medio de eso si será reconocida, si será ella misma todavía y por cuánto tiempo más. Tampoco piensan qué queda de lo que eran. Cada cual se siente siempre entera, plenamente condensada en el momento. Desde lejos somos menos nuestras, claro. En mentes ajenas viajamos ida y vuelta entre la resonancia y el colapso hasta que solo somos eco. Nunca del todo completas.