A veces siento que debería escribir más sobre asuntos técnicos acá. Al fin y al cabo es lo que hago y lo que me da vueltas en la cabeza cada día. En realidad el espacio está dividido, al menos en lo que corresponde al trabajo, entre problemas técnicos, la mayoría relacionados por estos días a la medición de la velocidad de generación y carga de páginas web y los factores que afectan/determinan esta velocidad (cada vez pienso más en los componentes subyascentes de una página web que sirve de tienda y en cómo se podrían administrar y controlar para que se pueda garantizar libertad creativa sin sacrificar cierto nivel de limpieza que garantice calidad y velocidad entre otras cosas), y los problemas organizacionales naturales de estar empresas de tecnología suficientemente grandes. Los primeros son agradables y más que nada entretenidos. Los segundos son difíciles y retadores, aunque a veces me afecten más de lo que preferiría. Con el cambio de equipo los primeros son más comunes que los segundos, pero los segundos nunca se van del todo. Algo en lo que he pensado mucho es en cómo articular una crítica hacia la forma como alguien actúa de tal forma que sea atendida y no sea tomada como una agresión. Este año he tomado la costumbre de forzarme a tener conversaciones de ese estilo regularmente. Tanto para ofrecer esos comentarios como para recibirlos. Todavía soy bastante malo, pero incluso siendo malo creo que siempre se gana algo con eso. Me parece también bueno porque aclara y mantiene en perspectiva las relaciones que se construyen en el trabajo, que pueden ser muy buenas y edificantes sin que se requiera que sean una amistad. Esa diferencia a veces es importante.