mediodía

  1. Hablaba ayer con una amiga sobre nuestros trabajos y cómo a veces una hace de más por el gusto de hacerlo, porque se siente bien tomar responsabilidades adicionales o algo así. Hay placer en sentirse capaz y presta ante nuevas exigencias (supongo que también hay en el fondo una expectativa de que eso sea a la larga valorado y recompensado). Creo, sin embargo, que esta es una tentación que hay que resistir y es más valioso canalizar esa energía en otras direcciones, como la familia, las amistades, el entretenimiento o el descanso. Espero trabajar menos en 2021.
  2. Por otro lado, en los juegos con la caja de música he encontrado una libertad agradable de saberme inepto y descriteriado y tal vez por eso poder avanzar con arrojo, sin demasiada exigencia, con el propósito simple de explorar y aprender. Cuando era joven así asumía la escritura y creo que la disfrutaba más aunque no era muy bueno. Nunca mejoré lo suficiente pero con el tiempo me volví imposible de complacer y esto a su vez devino en una escritura más parca, temerosa. Mi tolerancia con mis incapacidades era cada vez menor. Ahora que lo pienso algo muy parecido me pasó con el trabajo en matemática. Ese proceso de avance hacia el inevitable reconocimiento de una incompetencia esencial, paralizante, es una constante de mi vida. Y lo que me gusta más es el momento al principio cuando no sé nada porque es pura posibilidad. Persigo esa ignorancia todo el tiempo.