noche

Hemingway escribía parado, creo. A veces mientras leo sus historias lo imagino de pie ante su máquina de escribir. Tal vez él también bailaba.

Afuera hay nieve y hace frío. Es difícil llegar a cualquier parte. Incluso si no se quiere llegar a ningún lugar cuesta. Me he caído varias veces. Hoy me duele la espalda. Ya sabré después si es un dolor temporal o permanente.

He retomado mis caminatas nocturnas, ahora auspiciado por la perra, que siempre está dispuesta a un paseo más. La soledad en la calle me tranquiliza. Salgo sin audífonos para poder hablar con ella. Le cuento de mis miedos. Me parece una falta de cortesía caminar por ahí sin poder oírla. Ella siempre está pendiente de mí. Hoy en el parque una recurrente que pasea perros me vio interactuar con la perra y elogió la forma como me atiende. El mérito es todo de ella. Yo solo contribuyo mi presencia terca.

Leo Un Verdor Terrible para un club de lectura mensual que tenemos con Paola. De repente me he empezado a sentir capaz de leer otra vez. Asumo que es un estado endeble. Quiero alimentarlo sin saturarlo. Ojalá que siga aquí mañana. Y así cada día.

(También quiero escribir otra vez.)

Ojalá que todo siga aquí mañana. En general mejor. Que la gente que quiero no se vaya. Que todo esté de repente otra vez algo más cerca. We will be feasting and dancing in Jerusalem next year.