2024-07-20
Hace calor afuera, creo que ya lo dije. Es fácil olvidar el invierno.
Por lo general prefiero mantenerme al margen del mundo. Más que todo porque me abruma participar. Pero de vez en cuando siento que debo decir algo porque supongo que hace falta o porque no decirlo me decepcionaría, me haría sentir que traiciono algún principio esencial sobre mí mismo en el que pese a todo todavía creo.
Hace un par de días en le parque de perros tuve un altercado con un par de personas que conozco que decidieron expresar sus opiniones discriminatorias en frente mío. Me ofendieron sus ideas, y la violencia que arrastran, pero también la sugerencia implícita de que yo no tendría ningún problema con ellas. Al final salí del parque molesto y angustiado, decepcionado también.
2024-07-19
A veces la distancia está más adentro que afuera. Cada vez todo es más ajeno aunque nada cambie.
En la calle hace calor y todo está lleno de flores. En la casa la orquidea parece dispuesta a brotar una nueva flor después de muchos años de silencio. No sé si lo suyo sea paciencia o indiferencia. El tiempo para las plantas se debe parecer más a nuestra vivencia del espacio.
Ayer fuimos a la playa en bicicleta, otro ritual perdido. A veces me resigno a perder lo que me hace bien cuando quiebro la rutina que lo hace posible. Como si la traición del quiebre momentáneo me condenara a renunciar.
Quisiera volver de mi distancia. Quisiera estar menos lejos otra vez.
2022-02-04
Here is a twist. Out there the world sounds like this and by now I am used to that noise. It is a noise I can descipher. I am even able to make contact. I can see someone else out there, far away, and establish an exchange, a deal, of mutual acknowledgement. I could. I can. It takes effort to let yourself be seen. It is a terrifying act. It places you, the reluctantly alive, at the centre of feelings you tend to avoid; to keep yourself whole, perhaps, even if empty.
(It is survival, something says.)
And yet I do it. And feel fragile for even thinking it is possible. Hope shatters itself as it grows. It cracks and reshapes as it holds more and more of what you are. It is not intended for that purpose. You cannot really live within.
2022-01-30
Hemingway escribía parado, creo. A veces mientras leo sus historias lo imagino de pie ante su máquina de escribir. Tal vez él también bailaba.
Afuera hay nieve y hace frío. Es difícil llegar a cualquier parte. Incluso si no se quiere llegar a ningún lugar cuesta. Me he caído varias veces. Hoy me duele la espalda. Ya sabré después si es un dolor temporal o permanente.
He retomado mis caminatas nocturnas, ahora auspiciado por la perra, que siempre está dispuesta a un paseo más. La soledad en la calle me tranquiliza. Salgo sin audífonos para poder hablar con ella. Le cuento de mis miedos. Me parece una falta de cortesía caminar por ahí sin poder oírla. Ella siempre está pendiente de mí. Hoy en el parque una recurrente que pasea perros me vio interactuar con la perra y elogió la forma como me atiende. El mérito es todo de ella. Yo solo contribuyo mi presencia terca.
Leo Un Verdor Terrible para un club de lectura mensual que tenemos con Paola. De repente me he empezado a sentir capaz de leer otra vez. Asumo que es un estado endeble. Quiero alimentarlo sin saturarlo. Ojalá que siga aquí mañana. Y así cada día.
(También quiero escribir otra vez.)
Ojalá que todo siga aquí mañana. En general mejor. Que la gente que quiero no se vaya. Que todo esté de repente otra vez algo más cerca. We will be feasting and dancing in Jerusalem next year.
2022-01-28
Tengo una mesa de trabajo que me permite trabajar de pie. Hay discusiones sobre los riesgos de trabajar de pie. Algo sobre las rodillas o alguna otra coyuntura. Tal vez sea peor a la larga. Trabajar sentado también es desaconsejado. Quizás trabajar sea el problema.
Lo mejor de trabajar de pie es que puedo bailar mientras escribo, o reviso mensajes, o intento dilucidar lo que quiere decir esta documentación obtusa que pretende describir un fragmento del futuro que nos corresponde. Así siempre estoy de fiesta y nadie me puede ver. Es ideal.
Afuera hay perros. Decenas de perros corretean en el parque. Se acercan, saltan, me sonríen. Parecen constantemente maravillados con la vida. Si de mí dependiera sería un perro también. Sus humanos, atentos, se aseguran de que el encuentro sea apacible, de que nada pase a mayores, de que reine la concordia.
Un humano tiene dos cachorros de la misma edad. Cada vez que alguien le habla de sus perros su respuesta converge a memorias sobre su perro anterior, un golden retriever que se fue hace poco. Se le nota que lo extraña. Todavía lo ve caminar a su lado.
Otros, una pareja, sobreprotegen al perro y parecen decepcionados de que sea un perro. Como si vivieran con la ilusión de que alguna vez tal vez será un niño de verdad. Hay varios así. Parecen asqueados con los perros ajenos.
Nuestra perrita hace parte del comité de bienvenida al parque. Recibe a cada perro que llega y se asegura de que se sienta visto. Su compañía constante durante mis jornadas de trabajo en la casa también es eso para mí. Entiendo el valor de su gesto.
Leo El Mundo de la Percepción de Merleau-Ponty. Dice algo intrigante sobre nuestra renuencia a negarle validez a la percepción y remplazarla por una capa de teorías, de formalizaciones, que se supone objetivizan, decantan y aclaran el universo. Creo que tiene razón. Creo que un efecto de estructurar el mundo, de volverlo pensamiento, de racionalizarlo, es que dejamos de verlo. Ahora que lo escribo y releo, eso es parecido a lo que dice el protagonista de Men in Black. Es una película profunda en su simpleza.
Me imagino que no entendí bien lo que dice el señor Merleau-Ponty. Esa es siempre una posibilidad. Cada vez me entero de menos. De pronto para bien.
2021-12-28
Alguna vez entenderemos lo que pasó, supongo. O al menos nos acostumbraremos a su incomprensión. Por lo pronto sigue saturándolo todo. No se siente resuelto. Sé que tengo el compromiso de no hablar de eso pero a veces necesito. Igual en muchos sentidos es somo si no pasara. Es más un constante retumbar que una presencia en el mundo que me corresponde, un eco de desolación.
En la vida, como es inevitable, todo prosigue. Ahora vivimos en una casa. También tenemos una perra. La saco a caminar varias veces al día. Es mi dosis principal de sociedad y sol. Procuro no aislarme pero es tentador.
Cada vez tengo más aparatos que hacen ruido. Siento que debo limitarlos de alguna forma para no perderme. Las restricciones me motivan.
Hace varios meses que murió Libardo. Ya no se podía extender más. Fui a acompañar a mi mamá y mi hermana unos días. Lo recordamos y recorrimos el mundo que nos regaló. Nos reímos de él y lo extrañamos. Fuimos a la playa para sentirlo cerca. Así nos seguirá acompañando.
Escribí hoy en otro lado:
Cuando niño lo que más quería era irme lejos. Pero no porque no me gustara donde estaba o lo que tenía sino porque quería ver más. Idealmente quería verlo (sentirlo) todo. Era como un ansia. Todavía sigue por ahí, aunque muy contenida.
Por ahí tres cuartos de las cosas que he hecho en la vida se podrían atribuir a esa pulsión básica. A veces es muy dañina. Ahora ya de viejo es más amable. Rompe menos a su paso.
En realidad uno puede imponer cualquier teoría sobre su vida e interpretarla bajo ella sin cambiar ningún evento y sentirla, de repente, distinta. Como ahora.
Otra cosa que pensaba es que entender no me motiva tanto como sentir. Soy así de básico.
Ojalá el próximo año sea bueno. Quiero ver a mis amigos. Ya es mucha distancia.
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2021-12-23
Mañana es navidad. Leer y escribir fueron igualmente difíciles este año. O tal vez perdí la curiosidad de verme ahí en lo que escribo, de entenderme. Dejo pasar más fácil. No me preocupa.
2021-07-31
Tuvimos un accidente en bicicleta hace unas semanas. L. fue la más perjudicada, pues debido a las heridas y fracturas tuvimos que cancelar su asistencia a varios campamentos de verano. En medio de todo se lo ha tomado bien. A mí me da culpa. Eso por un lado.
Por otro lado tenemos una aspiradora robot y es pura calidad de vida. No sé por qué esperamos tanto.
A veces salgo de la casa, cada vez con más confianza. Todo sigue igual afuera excepto por lo que ha cambiado. Y no sé si importe. Tal vez es mejor pensar que todo es siempre lo mismo en su constante transformar. Que el foco siempre sea lo esencial.
2021-02-02
El viernes de madrugada hubo un incendio en el barrio. Las ambulancias y camiones de bomberos sonaban a lo lejos. En Twitter leí sobre una casa. Más adelante leí que había muertos. Pensé en el terror de esas personas y en la desolación de los que sobrevivieran.
Más tarde, ya casi de noche, M. leyó detalles y por las fotos descubrimos que era la casa de nuestra amiga Arija, su mamá, Jojo, y Kai, el hijo de Arija y Daniel. De inmediato, y más que nada motivadas por un reflejo hecho de angustia, nos abrigamos y salimos caminando hacia la casa, para confirmar lo que ya sabíamos. Creo que hasta el momento cuando vimos la casa incinerada y rodeada de bomberos y policía todavía teníamos la ilusión de que fuera otra, en otra calle, unos metros más al norte o sur.
Durante el fin de semana aprendimos que tanto Kai como Jojo habían muerto. Arija está en cuidados intensivos. Dicen que se recupera aunque sufrió daño pulmonar serio. Escapó saltando por la ventana del segundo piso. Hay varias colectas a su nombre por parte de amigos y familiares. No sabemos mucho más. No tenemos conocidas mutuas.
Arija fue nuestra primera amiga en Toronto. M. y L. la conocieron en un café, recién llegadas. Arija las escuchó hablar en español y se acercó con Kai, que en ese momento tendría un año corto, y les contó que el papá de Kai era colombiano y le gustaría que Kai también hablara nuestra lengua. Los siguientes nueve o diez meses hicimos muchas cosas juntas. Arija y Kai vinieron a nuestra casa a comer. M. y L. conocieron el este de Toronto en su compañía. Al menos una vez cuidamos a Kai mientras Arija estaba ocupada. Cuando M. empezó a trabajar dejamos de vernos tan frecuentemente, y hace un par de años que no estábamos en contacto. Este diciembre, de camino a recoger comida en un restaurante, un niño pasó rápido a nuestro lado y tras él iba Daniel, que nos reconoció, nos saludó y nos contó que estaba de paso. Llamó a Kai para que lo esperara pero Kai siguió corriendo por la calle vacía. Lo vimos de lejos nomás, tal vez enmascarado. Hace poco había cumplido siete años.
2021-01-04
A veces solo quiero hacer un ruido que progresivamente haga bucles a través de sí mismo. O varios así, tal vez. Con diferentes longitudes y ritmos. Quiero dejarlos rodar unas horas hasta que pierdan disonancia aunque jamás alcancen una estructura discernible más allá de las sucesiones de condicionales aleatorios determinando cada giro, cada fluctuación, cada quiebre de armonía. Cerrar los ojos y ser solo ahí, en tanto testigo del sonido.